Para controlar que el embarazo se esté desarrollando con normalidad, se realizan 3 ecografías (semana 12, 20 y 34 aproximadamente) y un análisis de sangre y orina cada trimestre. Si todos los resultados son correctos, en principio, no sería necesario realizar más pruebas. Lo importante es que le comuniqués a tu ginecólogo que estás embarazada lo antes posible.

Depende de los hábitos alimenticios que la mamá tenga. El objetivo es que a ambos no les falte ni les sobre ningún nutriente, que el aumento de peso sea el correcto en cada trimestre y prevenir enfermedades como la toxoplasmosis o la listeriosis.

Además de una dieta sana y equilibrada, todas las embarazadas necesitan un suplemento de ácido fólico y de yodo durante toda la gestación. Lo ideal es comenzar tres meses antes del embarazo y continuar después del parto, dependiendo del tipo de lactancia que se haya elegido para el bebé.

En general se recomienda aumentar como máximo entre 9 y 12 kilos durante todo el embarazo para prevenir enfermedades y complicaciones en el parto. Esta recomendación se puede ampliar o disminuir dependiendo del peso al inicio del embarazo. El ginecólogo lo indicará en la primera consulta.

Si el embarazo se está desarrollando con normalidad no es necesario que se interrumpa las relaciones sexuales en ningún momento, siempre y cuando no resulten dolorosas. Se deben evitar cuando el ginecólogo lo indique expresamente, ya sea por amenaza de aborto, amenaza de parto prematuro, placenta previa, sospecha de rotura de bolsa o cualquier otro motivo que considere oportuno.

Si el embarazo cursa con normalidad, es recomendable que se realice algún tipo de ejercicio físico al menos tres veces por semana. Caminar, natación, bicicleta estática, yoga o pilates son muy recomendables. Se deben evitar aquellos en los que se realicen saltos o esfuerzos abdominales. Tampoco están recomendados los que conlleven riesgo de caídas o traumatismos.

Si es el primer embarazo, se empezará a sentir como se mueve el bebé entre las semanas 20-22 de gestación. En los embarazos posteriores se suelen notar sus movimientos antes, entre las semanas 18-20 aproximadamente. Al principio puede que no sea todos los días, pero según vaya avanzando la gestación, los movimientos serán más evidentes. En cualquier caso, cada embarazo y cada bebé son distintos.

Además de las consultas programadas con el ginecólogo, se debe acudir al hospital:

• Si hay pérdida de sangre y/o líquido por la vagina.
• Si comienza un dolor abdominal intenso que va aumentando progresivamente.
• Si se presentan contracciones uterinas regulares antes de la semana 37 de gestación.
• Si ha tenido un golpe o caída sobre el abdomen, aunque se encuentre en perfecto estado.
• Si hay fiebre elevada.
• En caso de molestias urinarias.
• Si se siente dolor de cabeza intenso.
• Si deja de notar los movimientos del bebé a partir del quinto mes.
• En caso de vómitos o diarreas intensas.

Trabajar no es un riesgo para el embarazo si las condiciones son adecuadas. Por tanto, continuar con la actividad laboral dependerá del tipo de trabajo que sea y de cómo se esté desarrollando el embarazo.

El útero es un músculo y como todos los músculos, cuando se contrae se endurece. A partir de la semana 20 de gestación aparecen de forma esporádica las contracciones. Se notará una tensión por todo el abdomen que dura unos segundos. No suelen ir acompañadas de dolor y si su ritmo no es regular, no debe haber preocupación.